miércoles, 2 de octubre de 2013

Atrapada

Casi 4 meses sin escribir, ¡ madre mía ! .  Os aseguro que no se corresponde con los días en los que he pensado en el blog, en los que he intentado expresar algunas de mis sensaciones constantes, sobretodo, en los días que han sido claves para mi. La verdad es que me da pena, porque es imposible relatar en un par de hojas lo que has sentido cada uno de esos días. Pero bueno, más vale esto que el abandono definitivo. 

Ahora mismo, y desde hace unas semanas, me siento indignada. Para entender esto, debería haber comentado que me he licenciado. Fue uno de los días más felices de mi vida, solo diré que en el facebook publiqué una pequeña parte de mis sentimientos y, dejo caer, que quizás, algún día dedique una entrada aquí. Como decía, me siento indignada. Para mi el mundo universitario no ha sido " pan comido ". Más bien, me chocó ver cómo había pasado de ser una niña de notables y sobresalientes a tener que abandonar carreras por no aprobar ni 4 en un año. El caso es que, a veces cuesta enderezarse pero, en mis 7 años como universitaria, he conseguido obtener dos títulos. Soy maestra de inglés y humanista. Para mi ha sido todo un logro, ya que mis últimos años como universitaria no fueron un camino de rosas. A veces te pasan cosas que te hacen cambiar. Cuando la mente se apodera de ti y no te deja reaccionar, es triple el esfuerzo para ser capaz de aprobar.  Sabiendo lo que he vivido, no puedo sentirme más orgullosa al ver cómo he conseguido tener dos carreras. Al hacer a mi padre el hombre más orgulloso y a darle a mi madre una pequeña alegría entre tanta pena. El caso es que estoy indignada. Ese logro solo me sirve a mi y a la gente que me quiere. La sociedad no me lo reconoce. Para la sociedad no soy nada. Simplemente obtengo un título en el que no puedo acceder a ser nada. No puedo entrar donde quiero porque me exigen cosas que la "ley" ha puesto nueva. No te dan opciones si no cumples unos requisitos que hace dos años, no existían. No tengo derecho a nada porque a mi, maestra de inglés, se me exige como a todos, un nivel b1. Yo entiendo que el inglés sea obligatorio, que todos tengamos que demostrar que lo dominamos. Pero por favor, a una persona que ha estudiado su carrera en inglés, me parece ofensivo. El caso es que no se acaba ahí. No puedo prepararme unas oposiciones porque nadie las prepara dos años antes, ni puedo trabajar porque  " no hay trabajo ". Es alucinante. Todas las ilusiones puestas se han esfumado. Todos los esquemas se me han roto. Es agobiante verme en la situación en la que estoy. En ese momento en que te hacen ver que no vales para nada, no tienes opción a nada y, lo peor, es que no puedes hacer nada. Te toca las narices que teniendo dos carreras estés encarcelada sin poder salir ni tirando de una, ni de la otra. De película, de verdad. Pero en fin, las cosas han surgido así y es a mi, a quien me ha tocado sufrirlo. A veces, hay que desviarse de tu camino, porque tienes en frente de ti un precipicio.

Procuro no pensarlo, pero me apena verme así. Queriendo hacer mil cosas que no puedo, viéndome en la obligación de tener que hacer algo que, de nuevo, no me guste. Tener el remordimiento de sentir que estoy perdiendo el tiempo. Sentir la presión, cada día. Ver a mis padres angustiados, esa incertidumbre de no saber cómo, qué, cuándo, y por qué elegir algo. Algo que haga que no me quede en casa, de brazos cruzados. Pero un algo que no se sume al currículum sin que nadie te lo tenga en cuenta, y eso, a día de hoy, me parece imposible.

Cambiando de tema, he empezado una nueva vida, sin nada como veis, pero esta nueva vida hace que el sitio donde me he ido a vivir sea mi cuarta ciudad en la que habito. Me encanta poder decir eso. Me encanta conocer mundo y me encanta dar gracias por poder hacerlo. Sobre eso, no puedo decir nada más. Esta situación se merece un blog individual. 

Tengo a mi abuela en mente cada minuto, y mis ganas de llorar con ella. Necesito verla, ya que oírla a penas puedo. También quiero estar con mi perra,  me impresiona la forma en que la quiero. Mis padres son de suma importancia y, por supuesto, echo muchísimo de menos mi mar. Su olor, y su color. Sentir la humedad en mis huesos y respirar la brisa marina.

Echo de menos a  mis amigas, estos días, más que nunca. Tengo infinitas ganas de estar con cada una de ellas y explayarme hasta dejar la lengua seca. De verlas y que me den un abrazo, de que me hagan reír, de no sentirme sin ellas aquí.

Aún así, tengo millones de motivos por los que agradecerle a la vida cada una de las cosas buenas que me da, y lo bien que me trata. Si me pongo a pensar, son tantas las cosas buenas que llevo este año.. que solo un recuerdo bonito, me anula cada una de estas piedras que me hacen tropezar.

Desde Extremadura, os mando un beso.