viernes, 22 de marzo de 2013

Difícil.

Lo que es la vida. Naces y te pasean en un carrito y casi un siglo después, si tienes suerte, te vuelven a pasear en otro carrito. En el primero eres un ser completamente inocente, en el segundo, ya sabes todo de la vida, pero, en los dos, tienes las mismas ganas y fuerzas de vivir. Qué curioso y, a veces, triste.

Volver a casa siempre me provoca un nudo en el estómago. Un nudo que aprieta cada vez que vivo situaciones tan tensas. A veces las entiendo, pero, otras, soy incapaz. Me cuesta mucho. Tiendo a culpabilizarme, de hecho, seguramente, la mayoría de las veces, tendré la culpa. Nada es comparable a lo que está sufriendo mi madre, pero, a veces, los demás también sufrimos. Cuando echo la vista atrás y me doy cuenta lo feliz que he sido, cómo me lo has dado todo, cómo, nunca jamás, me ha faltado tu cariño, me quiero morir. Pero esto es insostenible, tanto que llego a confundir hasta lo que realmente siento.

Hoy es viernes de Dolores, pensaba que sería un día especial, lejos de mi ilusión, creo que será de todo, menos agradable. Una pena vivir así, pero, cuando ninguno de los afectados quiere poner un stop a los problemas, no solo no se soluciona, sino que se agranda. A veces pienso que es cuestión de asimiarlo, pero otras creo que la situación puede conmigo. Y no es poco tiempo el que llevamos así.

Aún así, yo no puedo estar más agradecida de tenerte con nosotros. Eres el hueco de luz que ilumina nuestros días tan sombríos en esta casa. Tú sufres más que nosotros, pero contigo, nos llegamos a olvidar del daño que nos hacemos.Como tú, ninguna. No se qué sería de mi vida sin tí.

Te quiero, abuela.

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